Consumo de Narcóticos en la Argentina
En el presente estudio, la Dra. Amalia Beatriz Dellamea advierte sobre el incremento del consumo de marihuana y cocaína en nuestro país.
Por Amalia Beatriz Dellamea *
Centro de Divulgación Científica — Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA)
El Consumo de Marihuana y Cocaína Viene Mostrando un Crecimiento Sostenido en la Argentina
En el informe anual sobre narcóticos que el presidente de los EE.UU., Barak Obama, envió al Congreso estadounidense se advierte que la Argentina es el segundo mercado respecto de la cocaína en América del Sur, después de Brasil.
El documento resalta que la droga ilegal de mayor consumo en la Argentina sigue siendo la marihuana, pero recalca que “el consumo de cocaína ha aumentado enormemente”.
Un estudio de seguimiento realizado durante los últimos 15 años en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, ya había alertado sobre esta preocupante cuestión.
Investigadores de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA analizan esta cuestión y también proyectan estudiar la composición química del “paco”, así como los aspectos clínicos y psicológicos del consumo de esta droga.
Que el consumo de las llamadas drogas de abuso viene creciendo aceleradamente en el mundo, y la Argentina por supuesto no es una excepción, ha sido advertido reiteradamente por distintas entidades gubernamentales y no gubernamentales. Así también, la cuestión adquirió inusitado relieve cuando se difundieron los datos del informe sobre “Estrategia para el Control Internacional de Narcóticos” que a principios de marzo Barak Obama remitió al Congreso estadounidense. Para la realización de este informe, que se presenta al Congreso cada año, cooperan más de 125 países.
La situación en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense respecto del consumo de drogas de abuso fue estudiada por el Laboratorio de Asesoramiento Toxicológico Analítico (CENATOXA) de la Cátedra de Toxicología y Química Legal de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. A partir del seguimiento de los resultados de los análisis realizados en ese Laboratorio durante los últimos quince años, los toxicólogos de la UBA pudieron determinar el crecimiento notable de casos positivos, por un lado, pero también establecer los rangos de edad y el sexo de los consumidores, así como las drogas que se consumen con mayor frecuencia.
Las muestras llegan al CENATOXA por diversos caminos: los médicos que trabajan en programas de rehabilitación y quieren asegurarse del cumplimento efectivo de los tratamientos por parte de los pacientes, los cuales remiten muestras biológicas para ser analizadas allí, también las guardias de hospitales y centros de salud envían muestras en casos de ingreso con cuadros de intoxicación; pero, mayoritariamente, son los padres y familiares que, cuando detectan cambios de conducta, quieren saber si esto es debido al consumo de alguna droga y, en consecuencia, solicitan los análisis. “En estos últimos casos, no solo pueden traer muestras biológicas, sino también restos de cigarrillos o de “polvos” que les resultan sospechosos”, aclara la doctora Edda Villaamil Lepori, profesora titular de Toxicología y Química Legal de esa Facultad.
“Realizamos una evaluación de todos los casos que dieron positivo en nuestro laboratorio, para averiguar la prevalencia de los consumos para distintas drogas, entre ellas la marihuana, la cocaína, las anfetaminas y los opiodes, como la morfina y la heroína”, explica Villaamil. La investigadora especifica que, mientras en 1995, sólo el 5 por ciento de las muestras que analizó el CENATOXA dieron positivo, ya en 2005 se habían registrado casos de positividad en el 37 por ciento de las muestras estudiadas.
Por un lado, los toxicólogos de la UBA encontraron que el consumo de anfetaminas ha presentado un descenso sostenido, tanto así que el último caso positivo data de 1998. No puede decirse lo mismo de la marihuana que exhibe un crecimiento importante de consumo, a partir de 1995 y hasta el 2005 ( 18 a 52%). En cambio la cocaína presenta una curva descendente desde 1995 hasta el 2000 ( 82 a 30%) y se observa una tendencia al aumento del consumo a partir de ese año hasta el 2005 (38%). Tendencia que, todo indica, sigue en alza.
Respecto de la edad de los consumidores de drogas de abuso, los datos son todavía más preocupantes. Los expertos del CENATOXA hallaron que el 30,8 por ciento de los casos que dieron positivo corresponden a consumidores que tenían entre 11 y 20 años de edad, que el 28 por ciento tenían entre 21 y 30 años y que el 9,8 por ciento estaba en el rango de 31 a 40 años.
“Con referencia al sexo, encontramos que el 63 por ciento son varones, mientras que el 11 por ciento son mujeres. Del resto de los casos no se tienen datos, dado que muchas muestras vienen a nuestro Laboratorio por derivación de otros laboratorios”, señala Villaamil.
El aumento del consumo de drogas pone de manifiesto, además de los efectos negativos en todos los planos de la vida personal y social de los consumidores, una cuestión todavía más grave: según datos publicados por el diario Clarín , en mayo de 2005, el 67 por ciento de las muertes habían estado asociadas con las drogas, sea directa, como indirectamente, en este último caso, por ejemplo, devenidas de instancias criminales en que los consumidores incurren, o de la falta de conciencia de los riesgos que ocasionan determinadas conductas, como en el caso de accidentes. Con efecto comparativo, téngase en cuenta que solo el 33 por ciento de las muertes estaban ocasionadas por enfermedades.
Asimismo, los datos obtenidos por los expertos del CENATOXA muestran coincidencia con otros estudios de consumo de drogas realizados en la Argentina durante los últimos años. Así, en 2006 Hugo Míguez y su grupo de colaboradores publicaron datos de 2005 que indican que el 36 por ciento de los consumidores de drogas de abuso fumaban marihuana, que el 16 por ciento consumía cocaína y el 1 por ciento utilizaba inhalantes. Míguez es doctor en Psicología, miembro de la carrera de investigador del Conicet, y también consultor e investigador de la epidemiología de los trastornos mentales y en la evaluación de programas de prevención y tratamiento.
El “paco” en la mira
Los estudios de Míguez y su grupo han permitido también poner en el centro de la escena un nuevo flagelo: al menos el 47 por ciento de los consumidores utiliza “paco”. Respecto de esta temática, a su vez, Villaamil y su equipo están programando un proyecto para estudiar e identificar sustancias que acompañan a lo denominado “paco” desconocidas hasta el momento.
“Nuestro objetivo es identificar las sustancias de interés toxicológico presentes en muestras de pasta base de cocaína (“paco”) comparadas con las de la cocaína que se consumen en Buenos Aires, así también aplicar métodos de análisis de orina que permitan investigar la droga y sus principales metabolitos y otras sustancias de interés”, señala la investigadora de Farmacia y Bioquímica.
“Esto nos permitiría — aclara–comparar la naturaleza de las sustancias consumidas como “paco” y cocaína, con el fin último de identificar si existe algún componente que sea característico del consumo de “paco”. Los investigadores de la UBA han encontrado muy escasos antecedentes de estudios de muestras de la composición química del “paco” en la región, por lo que el proyecto que encaran actualmente se muestra como de extrema necesidad.
El incremento exponencial de consumo de “paco” ha sido reiteradamente advertido en la Argentina. Así, la Secretaría de Programación para la Prevención de Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR) presentó, ya en marzo de 2007, el informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), a partir de la cual la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió enfáticamente sobre el incremento en más del 200 por ciento en el consumo de “paco” en nuestro país.
* Amalia B. Dellamea es comunicadora social, especializada en Periodismo y en Divulgación Científica y Tecnológica, área profesional en la que ejerce ininterrumpidamente desde hace 25 años. Es Magister en Educación Social y Animación Sociocultural con orientación en Educación para la Salud.